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Una peregrina va al camino de Santiago buscando paz y se lleva la sorpresa de su vida: “Antes de que termine la semana...”

Una influencer se ha visto envuelta en una auténtica carrera contra el resto de peregrinos por conseguir una cama en un albergue.

Una peregrina va al camino de Santiago buscando paz y se lleva la sorpresa de su vida: “Antes de que termine la semana...”
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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El Camino de Santiago es un concepto porque, y quien lo ha recorrido lo sabe, son varias las rutas que conforman el nombre que, en singular, alude a la peregrinación de origen cristiano que se realiza hacia la tumba de Santiago el Mayor, en la catedral de Santiago de Compostela. Se desconoce cuál de todas las vías tomó ‘Nosomosnadie’, una creadora de contenido que se define comohartista con h” porque se dedica a “hartar a la gente” y que, con el objetivo de escapar de la ansiedad y el estrés, se ha echado la mochila a la espalda.

La influencer, según ha contado a sus 34.000 seguidores, contaba con olvidarse de todo una vez se pusiera a andar “20 o 30 kilómetros” al día; esperaba hallar refugio en otros peregrinos porque “todos sabemos que los que hacen el Camino son seres de luz”. Pero no ha sido así. Es más, la experiencia se ha convertido en una carrera a fondo que ha sacado su versión más pícara.

60 personas, 40 camas

“Pues nada, llevo un día y yo no sé cómo explicaros esto. Tengo el convencimiento de que antes de que termine la semana, algunos terminan a hostias", dice, revelando después el motivo de la hipotética batalla campal: “Resulta que ayer en el albergue éramos 60 personas, y al que vamos hoy hay 40 plazas. Si no llegas a tiempo para coger la tuya, tienes que seguir unos cuantos kilómetros más hasta otro pueblo”. Entonces la peregrinación se ha convertido en “ratas a la carrera, Pekín Express o El juego del calamar”.

Ella tenía pensado dormir en el albergue. Y nada lo iba a cambiar. “Casualmente antes de la cena escuché a una portuguesa hablando por teléfono diciendo que ella que no se iba a quedar en la calle, que si hacía falta cogía un coche. Pues esta mañana en cuanto he visto que se metía al cuarto de baño se lo he atrancado con un palo de una escoba y debe estar todavía intentando salir“, cuenta, añadiendo que “esa a mí no me va a quitar la cama”.

Y todo para ver si puede dormir. Ni siquiera pide hacerlo mejor que la anterior noche, tarea que, por otro lado, tampoco debe ser muy difícil. “Me he metido en la misma habitación con seis jugadores de fútbol americano, cuatro alemanes y dos sas. No te puedes imaginar cómo olía”, cuenta, añadiendo que, además, hubo un “concierto de instrumentos de viento” (en alusión a las flatulencias de sus compañeros de viaje).

“Vamos, que al final esto es un ‘sálvese quien pueda’”, resume. De hecho, antes de grabar el vídeo, dice, ha adelantado a una italiana que se había resbalado con el barro: “Veía yo a la muchacha de lejos que no se podía levantar, estaba así moviendo las patitas que parecía una cucaracha. Y digo: ‘¿la ayudo o no la ayudo?’ Pues no lo voy a hacer porque si no es una cama menos por la que luchar", explica.

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Y al rebasarla, con una sonrisa, le ha deseado bon voyage: “Le he dicho: ‘¿Qué? ¿Estirando? Pues hala, ¡buen camino!’“.

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