Abandonan un perro y lo adoptan unos monjes franciscanos: ahora vive en el convento y se le conoce como ‘Hermano Bigotes’
La historia del pequeño Carmelo, un schnauzer abandonado en las calles de Cochabamba (Bolivia), ha dado la vuelta al mundo.


No eran fiables los caminos que unían los pueblos de la lejana región de Wurtemberg, al suroeste de Alemania, con el resto del territorio bávaro, entonces repartido en un sinfín de condados y ducados. Quienes los recorrían no debían perder la alerta: de los bandidos al temporal, aquellos senderos eran un géiser de peligros. Surgió entonces la figura schnauzer: un perrillo amable que acompañaba a los pastores locales en sus viajes.
Por algún motivo del destino, curioso desenlace de las decisiones que terminan conformando la historia, los schnauzer vuelven a ser populares en las redes sociales. No se debe a ninguna travesía germana. La culpa es de Fray Carmelo, conocido en Internet como ‘Hermano Bigotes’: un schnauzer que reside en un convento de Bolivia y que luce, como el resto de religiosos, un hábito de color café.
La historia de ‘Fray Bigotes’
Sus crónicas comenzaron a escribirse en 2017, cuando trascendió la anécdota de su adopción. Un grupo de monjes del convento de San Francisco de Cochabamba salió en busca de un cachorro que alegrase los días en el templo. Y lo encontraron. Se encontraba el pequeño Carmelo en un refugio local, su hogar después de ser hallado vagando sin rumbo por las calles de la urbe boliviana.
Abandonado por una familia que juraba amarlo, este Lomito fue adoptado por monjes franciscanos y se convirtió en Fray Bigotes 🐶 🙏🏽 pic.twitter.com/x3cZlHYNRZ
— Perritos sabrositos 🐶🐶 (@perros_shidoris) July 4, 2023
Fue un tal Tomás quien recogió su pequeña historia allá por 2023. “Después de ser abandonado por su familia, este cachorro fue adoptado por estos monjes franciscanos y vive con ellos en su comunidad; se convirtió en ‘Fray Bigotes’”, dejó entonces por escrito. La inmensa mayoría de s celebró la nueva vida del can, así como su giro espiritual; otros tardaron algo más en comprender lo que sus ojos veían. “Pero si parece un Jedi”, dijo un internauta.
Los animales, claves en el imaginario franciscano
Nació así el ‘Hermano Bigotes’. Y volvieron a sonreír los monjes franciscanos. “El perro tiene todo el espacio para que pueda jugar y correr libremente. Además, dispone de una fuente para beber y refrescarse cuando quiera”, comentaba uno de los religiosos cuando la noticia se volvió de carácter mundial, aclarando que “no tiene obligaciones de ningún tipo” y confesando el amor que todos sentían hacia él: “Aquí todos lo queremos mucho. Ahora es una criatura de Dios”.
Lo cierto es que este relato tiene sentido en términos religiosos y, más concretamente, iconológicos. Los franciscanos adoptan el ideario de San Francisco de Asís, nombrado patrón de los animales, veterinarios y ecologistas. Los viejos escritos hablan de cómo, incluso, las golondrinas lo seguían con devoción y formaban en bandada una cruz sobre su cabeza. Siglos después, quiso el destino que un schnauzer proveniente de la lejana región de Wurtemberg terminase en un convento de Bolivia.
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