Opinión

Luis Enrique, en el olimpo de Guardiola

El PSG cumple escrupulosamente con los cánones que se exigen en el fútbol de estos días para poder alcanzar el éxito. Nadie se borra de defender.

Luis Enrique celebra el título de Champions tras imponerse al Inter de Milán en la final.
Peter Cziborra
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
Actualizado a

Historia. Luis Enrique ya tiene el segundo triplete de su carrera. Hasta ayer había otros siete entrenadores con uno: John Stein (Celtic, 1967), Stefan Kovacs (Ajax, 1972), Guus Hiddink (PSV, 1988), Alex Ferguson (United, 1999), Mourinho (Inter, 2010), Heynckes (Bayern, 2013) y Flick (Bayern, 2020). Con dos, sólo estaba Guardiola, que los ganó con el Barça de 2009 y el City de 2023. Desde anoche, en ese olimpo ya está el asturiano, un entrenador descomunal, de los pocos que ha podido ser más que las vedettes desde el banquillo. “El líder soy yo”, dijo con descaro en su presentación oficial con el Barça en 2014, cuando en su currículo en los banquillos apenas aparecían el filial, el Celta y la Roma. Ha sido el entrenador que más le ha aguantado la mirada a Messi, que durante un par de días lo quiso echar. Luego, se lo agradeció. Sobrevivió a la tormenta de Anoeta y llevó a aquel Barça de egos desatados a la gloria en Berlín. Luego, se fue honestamente cuando vio que no lo seguía nadie; y ya se vio lo que pasó con el Barça por Europa en años posteriores. En Francia, tampoco tuvo problemas en proclamar que serían mejores sin Mbappé, un emblema casi de país. Y lo ha cumplido. El PSG cumple escrupulosamente con los cánones que se exigen en el fútbol de estos días para poder alcanzar el éxito. Nadie se borra de defender. Es una cuestión de solidaridad que impacta directamente en la salud de un vestuario. Todos para uno, y uno para todos. Los ses clásicos estarán orgullosos del eslogan.

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Xana. El PSG ya tiene su Champions y Qatar, el emirato del que tan malos recuerdos debe guardar del Mundial de 2022, se la debe directamente a Luis Enrique. Después de histrionismos como Beckham o Ibrahimovic; y de llegar directamente a la megalomanía con Messi, Neymar y Mbappé, Luis Enrique ha sabido utilizar los grandes recursos económicos que tiene para ponerlos al servicio del colectivo. El fichaje de Kvaratskhelia es un ejemplo. Un crack sacrificado. El PSG fue un espectáculo. Un equipo con un centro del campo dominante (João Neves, Fabián, Vitinha) y una edad media que permite presumir un equipo en la cima unos cuantos años. Luis Enrique tiene cara B, claro. Lleva al límite a sus jugadores, y los divos no suelen aguantar. Pero más desgasta a un vestuario que diez corran y uno no. Luis Enrique le ha ganado a la megalomanía. Este PSG no se construyó a base de malcriados. Una buena noticia para el fútbol y para la vida. Esa que le pegó una bofetada brutal con su hija Xana. Por ella, seguro, va el triunfo de un grande.

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