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Fuego, barro, destrozos, caídas... el Swampfest volvió a ser un desmadre

El icónico festival de BMX y skate en Florida volvió a ser un caos -des-controlado: estructuras improvisadas, saltos imposibles y una comunidad fiel a la locura.

Hombre saltando sobre el fuego en el Swampfest 2025
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Marc Fontrodona
Nació en Barcelona en 1989. Se licenció en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Es el responsable editorial de AS Acción, el vertical de action sports del diario AS creado en 2016. Especialista y practicante de muchas de estas disciplinas, lleva contando historias de action sports desde hace más de una década.
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No hay evento como el Swampfest. Cada año, cientos de riders y fanáticos del BMX y el skate viajan hasta Florida para sumergirse —literalmente— en el barro, las llamas y los trucos más extremos. Organizado por el rider profesional de BMX Trey Jones desde 2016, el festival se ha consolidado como una celebración auténtica de la contracultura sobre ruedas.

Más que una competición, el Swampfest es una declaración de principios. Aquí no hay jueces ni podios. Lo que importa es la creatividad, el atrevimiento y la resistencia para seguir montando aunque el park esté hecho pedazos. Este 2025 no fue la excepción: estructuras de madera construidas por los propios riders, saltos desde rampas que desafían toda lógica y un ambiente que mezcla espíritu punk con fiesta salvaje.

“Es el único lugar donde puedes volar por los aires, caer en un charco de lodo y que todos aplaudan como si fuera lo mejor del día”, comentó entre risas el rider estadounidense Colt Fake, uno de los más veteranos del evento. “¡Vaya pasada! Un gran agradecimiento a Trey Jones por organizar un evento tan alucinante. Recomiendo totalmente que todo el mundo vaya", decía Aaron ‘Jaws’ Homoki, un referente del skateboarding que lo documentó para su canal de YouTube.

A pesar de las restricciones impuestas por el cuerpo de bomberos —que este año prohibieron el uso de fuegos artificiales—, el festival mantuvo su atmósfera incendiaria. Las hogueras improvisadas y la destrucción controlada de obstáculos se llevaron gran parte del protagonismo, junto con una comunidad que no necesita mucho más que una bicicleta, madera reciclada y ganas de romper las reglas.

El Swampfest no busca ser masivo ni comercial. Las entradas se consiguen online o en la puerta, y el al camping es limitado. Cada asistente debe firmar una exención de responsabilidad antes de cruzar la entrada: aquí, el riesgo no es un accidente, sino parte del atractivo.

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Una vez más, el barro fue testigo de una cultura que prefiere caerse con estilo a rodar sobre seguro.

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