Paga la gasolina, se marcha con la manguera conectada al coche y regresa al lugar con una fuga de decenas de litros
En Japón, una mujer de avanzada edad tiene un despiste en una gasolinera y provoca un derrame considerable de crudo y la rotura de la manguera.

Un desliz lo tiene cualquiera, pero hay algunos que son aparatosos. Una mujer de avanzada edad en la ciudad nipona de Wakkanai, en la prefectura de Hokkaidō, acababa de echar gasolina cuando arrancó con la boquilla de llenado aún insertada, provocando el derrame de aproximadamente 50 litros de crudo. El incidente ocurrió en una estación de autoservicio cercana a la localidad sobre las tres del mediodía.
Un empleado se dio cuenta de inmediato de lo sucedido y avisó a los bomberos, quienes llegaron rápidamente y procedieron a limpiar el estropicio. Sin embargo, el crudo derramado no fue desperdiciado, ya que la gasolinera contaba con un tanque subterráneo conectado al sistema de drenaje. De esta forma, los operarios podrán tratar y rehabilitar la gasolina para su uso cotidiano.
Por esta razón, los únicos desperfectos que se notificaron fueron la roturas de la manguera y de su correspondiente boquilla. A los pocos minutos del accidente, la anciana regresó a la estación de servicio para disculparse y contribuir en la reparación de los daños atribuidos, según informan algunos medios nipones.
Una anécdota que pudo ser una catástrofe ambiental
Con este episodio accidental, surge la cuestión, ¿cómo las gasolineras contener estos accidentes sin causar daños mayores al entorno? Pues la clave, como se ha mencionado, está bajo tierra: los sistemas de drenaje y tanques subterráneos de almacenamiento.
Estos sistemas están diseñados específicamente para capturar y almacenar combustibles y líquidos peligrosos, como la gasolina, evitando que lleguen al suelo o a las fuentes de agua. En el caso de Wakkanai, unos 50 litros de gasolina derramados fueron canalizados a través del drenaje hacia un tanque subterráneo de contención, lo que impidió cualquier afectación ambiental.
Los tanques subterráneos, conocidos como UST (Underground Storage Tanks), suelen estar construidos con materiales resistentes a la corrosión como fibra de vidrio o acero recubierto, y muchos cuentan con una doble pared de seguridad. Además, incluyen sensores y sistemas automáticos de detección de fugas, capaces de emitir alertas ante cualquier anomalía.
Junto a estos tanques, las estaciones modernas cuentan con canaletas, rejillas y separadores de hidrocarburos, que redirigen los líquidos derramados hacia los tanques sin que entren al sistema pluvial ni al alcantarillado público. En algunos países, como Japón, estos sistemas deben cumplir con estrictas normativas industriales y ambientales, y están sujetos a inspecciones periódicas para garantizar su correcto funcionamiento.
La importancia de estos mecanismos es crucial: un solo litro de gasolina puede contaminar hasta un millón de litros de agua, lo que convierte a estos sistemas en una línea de defensa ambiental esencial en cada estación de servicio. Así, aunque el incidente de Wakkanai fue potencialmente peligroso, el diseño y la preparación de la estación permitieron que todo quedara bajo control en cuestión de minutos y, de esta forma, evitar daños al medio ambiente o a la población cercana.
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