China se adelanta a todos con una proeza de la ingeniería: una bendición para la “grieta de la tierra”
Una megaconstrucción en el suroeste del país se posiciona como la más alta del planeta y transformará la movilidad en una de las regiones más escarpadas de Asia.

China vuelve a situarse en el centro de la atención mundial por un logro arquitectónico que parece sacado de una película de ciencia ficción. En una zona remota y montañosa de la provincia de Guizhou, el país asiático está a punto de inaugurar el puente más alto del mundo, una estructura que no solo asombra por su tamaño, sino por su impacto estratégico y social en la región.
El Puente del Gran Cañon de Huajiang, será el viaducto más alto del planeta al superar los 600 metros de altura desde la plataforma de conducción hasta el fondo del valle. Esta impresionante obra de ingeniería se extiende sobre una profunda grieta del cañón del río Huajiang, también conocida como “la grieta de la tierra”, un accidente geográfico que hasta ahora dificultaba enormemente las comunicaciones terrestres entre municipios cercanos.
Se prevé que el puente esté completamente operativo a finales de 2025, y ya ha captado la atención de expertos en infraestructura de todo el mundo por el nivel de precisión técnica necesario para su ejecución.
Un antes y un después para Guizhou
Hasta ahora, los desplazamientos entre los dos extremos del cañón podían tardar más de una hora en coche debido a la sinuosa y peligrosa geografía montañosa. Con la nueva infraestructura, ese trayecto se reducirá a apenas unos minutos, lo que representa un cambio radical para miles de residentes.
Guizhou, tradicionalmente una de las provincias más pobres y aisladas de China, ha recibido en los últimos años una gran inversión en transporte e infraestructura como parte de los planes nacionales de desarrollo. Este puente es el emblema de esa transformación.
Construir a esa altitud no es tarea sencilla. El Puente de Huajiang incorpora tecnología de última generación en materiales de suspensión y resistencia sísmica, crucial en una región que también es vulnerable a movimientos de tierra. Las torres de soporte, de más de 300 metros de altura, se encuentran entre las más altas jamás construidas para un puente.
Además, los ingenieros chinos han empleado drones y modelado 3D en tiempo real para supervisar cada fase de la construcción, lo que ha permitido trabajar en condiciones extremas con precisión milimétrica.
Más allá del impacto práctico, esta obra tiene un fuerte valor simbólico para China, que lleva años liderando la carrera de los récords en infraestructuras. En los últimos años, el país ha construido los puentes más largos, más altos y más complejos del mundo, en parte como estrategia de desarrollo interno, pero también como demostración de poderío técnico en el escenario internacional.
Como lo resumía un portavoz del gobierno provincial: “No se trata solo de unir dos lados del cañón. Se trata de unir comunidades, acortar distancias y construir un futuro más accesible para todos.”
Uno de los grandes retos será garantizar el mantenimiento continuo del puente, teniendo en cuenta la complejidad de su ubicación. Se espera que se implemente un sistema de vigilancia inteligente basado en sensores para detectar cualquier anomalía estructural, cambios de temperatura o desplazamientos del terreno.
Aunque el Puente de Huajiang se está volviendo viral por su altura y espectacularidad, su objetivo principal es mejorar la conectividad, estimular el turismo rural y facilitar el transporte de bienes agrícolas y manufacturados, claves para revitalizar la economía local.
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