Alarma en la guardería por los niños emocionalmente fríos: “Me ha hecho preguntarme hacia dónde va el mundo”
“La tolerancia a la decepción es inexistente en muchos niños. No hay tolerancia al fracaso o a no tener éxito en algo de forma inmediata.” afirma un profesor.
La paternidad es, sin lugar a duda, una de las experiencias más difíciles de la vida. Especialmente cuando son pequeños, los padres a veces no saben cómo actuar y deciden ignorar la situación, incidiendo negativamente en la educación del menor y, sobre todo, en su educación emocional.
Así lo confirman un grupo de profesores de una guardería en Finlandia, que han pasado más de 20 años trabajando en el sector. Según su experiencia, es crucial enseñar a los niños a desarrollar sus habilidades emocionales, dedicando tiempo y atención, “algo que no se hace”.
De acuerdo con una educadora del centro, muchos niños no han desarrollado tolerancia frente a la frustración. Ante la decepción, los profesores han notado que algunos infantes reaccionan de forma agresiva y desmedida, llegando incluso a agredir física o verbalmente a otros compañeros.
“La tolerancia a la decepción es inexistente en muchos niños. No hay tolerancia al fracaso o a no tener éxito en algo de forma inmediata.” afirma un profesor, que confiesa haber sido testigo de muchas peleas por este motivo.
Un problema agravado por las diferencias conductuales de los niños cuando están en casa frente a cuando están en el jardín de infancia. Según los profesionales, muchos niños cambian drásticamente su comportamiento según donde se encuentren, “lo que puede ser signo de un mimo innecesario” en el hogar.
“Ha pasado mucho en nuestras familias que el niño es quien decide todo en casa. Esta es también la razón por la que los niños se muestran reacios a venir a la guardería” recuerda un educador del centro.
Sin embargo, parece que estos comportamientos no son los más preocupantes para los profesores, sino la falta total de empatía. Durante sus largas jornadas, muchos profesionales de la enseñanza de esta guardería aseguran haber visto infantes con “una gran frialdad emocional”, que no muestran sentimientos hacia otros e incluso hacia ellos mismos.
“Lo más aterrador en mi carrera ha sido ver que hay niños a los que no les importa que otro niño esté triste o que ellos estén heridos. Me ha hecho pensar hacia dónde va este mundo y cuán frío se está poniendo”, expresa preocupada una profesora.
Ausencia de un modelo a seguir
Pero ¿Quiénes son los responsables de estos comportamientos? Pues para los educadores del centro parece haber un único culpable: los padres. De acuerdo con los entrevistados, muchos padres sienten miedo o incapacidad a la hora de ser “los jefes” de sus hijos, lo que se traduce en una incapacidad de mostrarse como una autoridad. En consecuencia, los niños acaparan todo el poder, “algo para lo que no están preparados”.
Esta falta de autoridad sana suele ir reforzada por el uso excesivo de las pantallas y los móviles. En una sociedad donde cada vez se estandariza más el a estos dispositivos, los padres acostumbran a delegar en la tecnología la educación de sus hijos, lo que, en el ámbito emocional, se traduce en un gran fracaso.
“Los niños juegan mucho a través de pantallas. Los adultos pueden pensar que jugar online con un amigo es algo social. Sin embargo, el niño no aprende a leer el rostro y el tono de voz de la otra persona a través de la pantalla, lo que significa que el estado emocional de la otra persona no se puede ver en la vida real.” aclara otro profesor.
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