El mítico momento de Karlos Arguiñano recordando su primer chiste en Antena 3: “Esto era una madre...”

Cuando Karlos Arguiñano fichó por Antena 3 en 2010 cayó de pie en el canal. Era un valor seguro y no se trataba de una apuesta poco fiable: le amparaban más de dos décadas en la pequeña pantalla y una trayectoria que le había hecho recorrer, además de otros países, diferentes cadenas. Ocurrió lo previsible. Arrasó en cuota de pantalla y su éxito dura todavía, consolidándose Antena 3 como la referente en la sobremesa y firmando unos datos el pasado mes de marzo que no hacen sino confirmar el liderazgo y el carisma del veterano chef vasco.

Más allá de su indudable calidad en los fogones, el cocinero conquistó desde su primera aparición en televisión, allá por 1989 en la autonómica vasca, el corazón de todos los telespectadores por su desparpajo y su cercanía: siembra sus enseñanzas culinarias con chistes espontáneos que captan la atención de un televidente que se siente más un alumno o amigo que un mero espectador.

Hace algunas semanas recordó el chef vasco junto a su hijo Joseba el primer chascarrillo que contó en Antena 3, haciéndose eco el canal a través de sus redes sociales al compartir dicho instante. “Arguiñano recuerda entre risas su primer chiste en Cocina Abierta”, reza dicha publicación, en la que se ve cómo el de Beasáin toma la palabra para despedir la emisión en cuestión: “Nos tenemos que despedir de todos vosotros, pero nos vamos a despedir con un chiste que conté yo el día que hice por primera vez en Antena 3 esta merluza”.

Es entonces cuando se lanza de cabeza. “Esto era una madre que se estaba echando desodorante de spray en cada axila y llega su hijo y le dice: ‘Mamá, mamá, ¿y el agujero de ozono qué? Y la madre se echa spray en su zona íntima”, cuenta, animando el chiste con gestos y arrancando una melodía con la que cerraba aquel programa hace 15 años: “One, two, badabadum, ¿cómo lo llevas tú? Ding, dong, ponte en acción, ya verás qué sensación; el movimiento se demuestra andando y el cariño, cocinando, dubidú”.

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En la caja de comentarios han celebrado el desparpajo intacto de Arguiñano. “Un maestro”, dice uno, a lo que otro añade que “debería ser eterno”. Otro reparó en el choque de manos entre el cocinero y su hijo, que fue, efectivamente, de una conexión puramente paternofilial: “Uno de los mejores ‘choca esos cinco’ que he visto en mi vida”.

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