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La nueva vida de Rosana: de su ‘desaparición’ de los escenarios a su misterioso proyecto benéfico

La cantautora canaria, que saltó a las primeras posiciones de las listas musicales españolas en los noventa, atraviesa una época de apariciones intermitentes.

La nueva vida de Rosana: de su ‘desaparición’ de los escenarios a su misterioso proyecto benéfico
Sergio Murillo
Nació en Santa Marta de Tormes en 2001 y creció entre Guadalajara y Badajoz. Amante de la literatura, estudió Periodismo en la URJC. Se estrenó como jefe de Cultura en El Generacional. Ha sido corresponsal para El Estilo Libre y conductor de informativos en Cadena COPE. Entró en Diario AS en 2023 como redactor en Actualidad.
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La historia de Rosana Arbelo es la de una cantautora que, en cuanto tuvo la posibilidad, se echó la guitarra a la espalda y voló de su hogar en Lanzarote al arcoíris de oportunidades que en ocasiones luce sobre la ciudad de Madrid. Su vida había sido siembre la música y apenas cumplió los veinte se dispuso a hacer realidad su sueño: era 1983 y la industria española se dejaba mecer por unos vientos de cambio que, una década más tarde, impulsaron los trabajos de la cantautora canaria hasta catapultarla al estrellato.

Primero brilló como compositora. Ladrón de amores (1994), tema escrito por ella pero que se pronunció a través de los labios de Azúcar Moreno, fue todo un éxito; poco después, Esmeralda Grao puso voz a Fuego y miel, canción también compuesta por Rosana y que terminó por llevarse el primer premio en el Festival de Benidorm. Y en 1996, por fin, su rostro: El Talismán y Lunas rotas, ambos temas de la artista canaria, fueron empleados por Quentin Tarantino en Curdled y, al calor de este salto hollywoodiense, se colaron en las primeras posiciones de las listas musicales patrias.

Apariciones intermitentes, música constante

Sin embargo, de un tiempo a esta parte parece que la chispa de Rosana, que se mantiene muy viva, ha dejado de aparecerse sobre los escenarios con la frecuencia con la que antes lo hacía. Rosana pasó de ser una artista internacional a convertirse en una suerte de cantautora de culto que muchos recuerdan con emoción y viveza, amén de la profundidad de sus letras y el original timbre de su voz, pero que pocos ven en directo.

La respuesta a esta ‘desaparición’ no guarda ningún tipo de respuesta triste: Rosana ha seguido llevando la música por bandera. Su último disco, En la memoria de la piel, vio la luz en 2016 y fue reeditado dos años después; en ese mismo calendario, 2018, participó como juez invitada en Operación Triunfo y, de nuevo dos años más tarde, regresó a la pequeña pantalla como coach en La Voz Senior. Tras sus aventuras en TVE y Antena 3, respectivamente, puso rumbo a Colombia para ejercer como jurado en Factor X, exitoso formato de Canal RCN que despertó la nostalgia del público ‘cafetero’, uno de los países latinoamericanos donde más popular fue la música de la cantautora.

Si bien es cierto que se dejaba ver en televisión, la realidad es que su última gira tuvo lugar hace ocho años y que su música atraviesa una etapa de enfriamiento. A este respecto destapó El Mundo hace año y medio que, en realidad, existía otro motivo detrás de su desvanecimiento: Rosana llevaba cinco años dedicada “en cuerpo y alma” a un proyecto benéfico que, revelaba el rotativo, la tenía “absolutamente enamorada y entregada”.

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A día de hoy permanece activa en redes sociales, compartiendo con sus más de 300.000 seguidores publicaciones en las que celebra efemérides de su carrera musical, pequeños fragmentos de shows recientes y, sobre todo, mucho contenido musical al que pone siempre la misma sonrisa que debía portar a principios de los años ochenta, cuando henchida de alegría puso rumbo a la península para llenar de notas el pentagrama de su vida.

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