El momento más oscuro de Roland Garros: “Vivíamos debajo de las escaleras del estadio”
Las instalaciones del Grand Slam, según versiones como la del periodista Arthur Koesler, sirvió de campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La federación sa lo niega.


Roland Garros es, para muchos, la meca del tenis. Las instalaciones del Grand Slam parisino, coquetas y glamurosas, fieles al aroma que destila su ciudad, llenan varias de las páginas más brillantes de la historia del deporte mundial. En ellas, obviamente, destaca el nombre de Rafa Nadal, con una estatua en su honor, forjada con golpes y tardes de gloria. Antes de los 14 títulos del español, el clímax de un relato legendario, sin embargo, se esconde otra historia. Una mucho más oscura, que genera controversia, pero que varios periodistas e historiadores validan, oponiéndose a la versión oficialista. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Philippe Chatrier, la pista más importante del torneo, habría servido como campo de concentración.
“En Roland Garros nos autodenominábamos cavernícolas, unos 600 de nosotros que vivíamos debajo de las escaleras del estadio. Dormíamos sobre paja mojada porque había goteras y estábamos tan apretujados que nos sentíamos como sardinas”, relata Arthur Koestler, periodista, historiador, filósofo y, según lo expuesta en su libro Escoria de la Tierra, prisionero en la Philippe Chatrier en el año 1939. “Muy pocos de nosotros sabíamos algo de tenis, pero, cuando nos permitían caminar en el estadio, veíamos los nombres de (Jean) Borotra y (Jacques) Brugnon en el tablero. Hacíamos chistes sobre los dobles mixtos. De hecho, comparado con nuestras experiencias en el pasado y el futuro, Roland Garros era un parque de atracciones”, recoge entre sus páginas.

Koestler, húngaro de origen judío y nacionalizado británico, militante del Partido Comunista Alemán, publicó su libro en 1943. Desde entonces, su versión ha sido refutada por los organismos oficiales ses, como la propia federación de tenis, pero también ha encontrado más voces que la respaldan. Roland Garros sale mencionado tanto en cartas y escritos de los supervivientes judíos como en correspondencia intercambiada por oficiales nazis. En una de las cartas recuperadas de la época, tal y como recoge la revista Con Efecto, Heinz Rothke, miembro de las SS, le preguntaba a Rolf Gunther, persona de confianza de Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del Holocausto, si Roland Garros se seguía utilizando como centro de detención de judíos. La respuesta, negativa, indicaba que no era así desde finales de 1940.
El uso de Roland Garros como campo de concentración, por ello, habría sido breve, de sólo unos meses. En junio de 1939, en un tenis amateur, de hecho, las instalaciones parisinas aún acogieron su torneo, con victoria masculina para William Donald “Don” McNeill y femenina para Simone Mathieu, jugadora que hoy da nombre a una de las pistas del complejo. Tras aquella edición, la competición se apagó hasta 1946 debido a la Segunda Guerra Mundial. Entonces, aunque fuera por un lapso muy breve, las paredes que hoy acogen el Grand Slam de arcilla serían destinadas a fines mucho más oscuros. “Vimos la pequeña valla de alambre de púas alrededor del lugar que iba a ser nuestro campo de concentración”, describe Koestler sobre el día de su llegada a Roland Garros, entonces convertido en una prisión de “extranjeros indeseables”.
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