Modric solo hay uno

A estas alturas, cabe preguntarse qué más tiene que hacer Modric para que no se discuta su presencia en la plantilla del Madrid. Si se trata de méritos propios, ha cumplido con el nuevo papel que se le ha sido asignado de meritorio de lujo. Pero si, además, uno atiende al rendimiento de otros jugadores del actual centro del campo, el Madrid se pegaría un tiro al pie en caso de rechazar su ampliación. En un fastidio de partido, que solo interesaba en clave madridista en ver si Mbappé ensanchaba su cuenta goleadora, el equipo de Ancelotti arregló la faena ante un Sevilla desabrigado en la grada y en el campo. Jugó con nueve toda la segunda parte, pero aun así el Madrid dejó muchas cosas a deber. Se vio que el encuentro molestaba a muchos.

A los canteranos y a Modric, no. Ahí reside la grandeza del croata. Es un futbolista que, a su calidad fuera de concurso, añade un compromiso intachable. No hay duda de su trayectoria, ni debería haberla sobre su futuro el próximo curso, pero por si acaso el partido le sirvió de reivindicación personal. En un Madrid insustancial, Modric fue el único que cambió el ritmo con su amplio abanico de pases. Se asoció en corto, no paró de moverse para dar continuidad al juego y aproximó a Mbappé a la Bota de Oro, el único consuelo que casi le queda al equipo de Ancelotti. A otros como a Bellingham, en cambio, se les ha hecho larga la temporada. Esa es la diferencia con Modric, un jugador de leyenda que persiste en el deseo de alargar su periplo en el Madrid. En ninguna cabeza sensata, más si cabe viendo la falta de creatividad total del centro del campo blanco, se le negaría la renovación.

Todo lo ve fácil

Modric advierte la ventaja que tiene Mbappé en la profundidad. Con el exterior, marca de la casa, pone al francés de cara a Nyland en una situación de uno contra uno.

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