Opinión

Este muerto está muy vivo...

La reacción tras el descanso dignifica a este equipo campeón que en 2024 llenó de conquistas las vitrinas del Bernabéu.

Bellingham.
JESUS ALVAREZ ORIHUELA | DiarioAS
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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Ayer dediqué el tiempo a ver repetida la tristemente épica final de La Cartuja. Quedarte sólo con el sabor amargo de la derrota y empezar ahora a hacer cábalas ventajistas para dejar sólo tierra quemada me parece un análisis superficial y peligroso. Primero, es cierto que el Barça fue muy superior en la primera parte, pero eso se debió a que la presión alta de Flick no encontraba antídoto en la sala de máquinas dispuesta por Ancelotti, lastrada por una extraña indolencia en el repliegue de Bellingham (el inglés se resarció con una segunda parte y una prórroga excepcionales) y Rodrygo, que estuvo ausente y desconocido.

Pero la reacción tras el descanso dignifica a este equipo campeón que en 2024 llenó de conquistas las vitrinas del Bernabéu. Su vigorosa respuesta, con Tchouameni pletórico, Jude metido en faena y dos maestros que se adueñaron de la pelota (Modric y Güler) permitieron descubrir que a este Barça de Flick se le puede meter mano y hasta ponerle contra las cuerdas. Con todo resuelto, un fallo del que nunca falla permitió a los azulgrana evitar una derrota que hubiera dejado serias heridas para lo que resta de curso...

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Por eso, conviene levantar la cabeza y tomarse las cinco últimas jornadas de Liga como si fuesen cinco finales. Si Ancelotti convence a los suyos para que hagan un Pleno al 15 ante Celta, el propio Barça, Mallorca, Sevilla y Real Sociedad, podríamos estar hablando de la Liga más meritoria y excitante de la historia del club. Así que conviene ponerse las pilas, dejar de lamerse las heridas y preparar ese desembarco final que todavía podría dibujar un desenlace feliz. Ancelotti todavía no ha dicho su última palabra...

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