El viejo y querido United está en malas manos
Los españoles de mi generación le hemos tenido siempre gran simpatía al Manchester United. Vivimos con impresión la noticia de su tragedia aérea (Múnich, 1958) y asistimos poco a poco a su reconstrucción, culminada con la Copa de Europa de 1968, ante el Benfica de Eusebio. La bandera de aquel equipo era el impecable Bobby Charlton, al que escoltaban un irlandés, George Best, ‘El Quinto Beatle’, y un escocés elegante, Dennis Law. Pero el ‘alma mater’ fue el respetabilísimo Matt Busby, escocés también, y superviviente como Charlton de la tragedia de Múnich. Aquel equipo rebosaba arte y respetabilidad.
Pero lo que ahora se ofrece a nuestros ojos es muy distinto. Hundido en la segunda mitad de la tabla, falló su último tiro en San Mamés, una apuesta a todo o nada por un título notable con el premio mayor del a la Champions. Un joven y sagaz periodista me llamó la atención sobre una imagen del palco, en el que se veían cuatro caras: Avram Glazer, principal propietario, Jim Ratcliffe, reciente y fuerte accionista, el hombre de Ineos, responsable del área deportiva, Omar Berrada, director general, y Alex Ferguson, el gran santón de la casa. Sonaba a cuatro tendencias diferentes a ocho manos para meter baza en una misma paella.
El producto es ese equipo confuso que vimos, como lo es el club, cuyas últimas medidas de ahorro resultaron grotescas. Aunque del fondo de la historia sacaron cierto orgullo para meterle un apretón final al Tottenham empujados por el arcaico Maguire, aquel equipo tenía poco del Manchester United que conocemos. Repasé cosas absurdas, como las cesiones de Antony (gracias de parte del Betis) y Rashford, y no me expliqué que Garnacho no saliera hasta avanzada la segunda mitad ni que el inseguro Onana ocupe esa portería. Una pena, pero el viejo y querido Manchester United está en muy malas manos.
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