Caparrós, la contradicción del Sevilla
El mito y el plan
No hubo resurrección del Sevilla en el regreso de Joaquín Caparrós, pero al menos se salvó de un siniestro contra el Alavés que hubiera cuestionado más si cabe su futuro. Fue el equipo que se esperaba, mucho más directo, optando por simplificarlo todo. Caparrós salió con el 1-4-4-2 y abrevió el camino hacia la portería rival, con 73 balones en largo, la cifra más alta de la temporada. Además, ordenó un repliegue intensivo para solidificar la estructura de un bloque que, aun así, tiende a la confusión tanto a nivel colectivo como individual. El despiste de Ejuke en el saque de banda que propició el 1-1 de Kike García acabó con el extremo en el banquillo y con Caparrós enfadado. Por energía y temperamento, el Sevilla no bajará. La elección de traer de vuelta a un mito se enmarca dentro de un plano emocional más que futbolístico. Caparrós es una figura pacificadora para apaciguar un ambiente tan convulso como el que reina en el sevillismo. A falta ahora de seis partidos, se entiende que resolverá la situación, pero conviene subrayar que su llegada supone una contradicción más en un proyecto sin rumbo. Pasar de la idea de García Pimienta a la de Caparrós, sin tiempo y sin anestesia, puede salir muy bien o muy mal. El Sevilla ha jugado, o más bien ha intentado jugar, a otra cosa toda la temporada, y ahora se ve obligado a transformar su naturaleza cuando la soga empieza a apretarle el cuello. Fútbol por las bravas, segunda jugada y la altura de la defensa muy pegada a Nyland para sobrevivir será el plan de salvación de Caparrós, en contraste con lo que proponía Pimienta. El Sevilla necesita ganar ya si no quiere que los fantasmas le atenacen todavía más.
Un punto de inflexión
Entre los ruidos de la polémica, la gran noticia en el Villarreal-Real Sociedad fue la estupenda actuación de Yeremy Pino (22 años). Después de su grave lesión, quizá sea el partido más completo y brillante que ha firmado. Un golpe de esperanza para un futbolista de un talento original, llamado todavía a realizar extraordinarias cosas. Sin Baena, se echó el ataque del Villarreal a la espalda desempeñándose en ambas bandas con vértigo y sentido. Marcó y asistió, además de generar hasta tres ocasiones. Fue una reconexión con lo mejor de su fútbol, una lanzadera para su rehabilitación final. Marcelino y Luis de la Fuente le tienen fe, y la próxima temporada debería ser la consagración de un jugador fantástico y sin techo conocido.
El conductor
Osasuna ha pasado del miedo de verse inmerso en la lucha por el descenso a soñar con Europa. Es lo bonito del fútbol y de la Liga, donde dos victorias consecutivas como las conquistadas por el equipo de Vicente Moreno dan la vuelta por completo a su condición. El Valladolid no se lo puso tan fácil como pudiera parecer, en parte por los errores defensivos rojillos, aunque las concesiones del colista siempre son mayores. Osasuna se estiró fenomenalmente por las bandas —el 36% de los ataques fueron por la derecha y el 42% se trazaron por la izquierda—, donde Jesús Areso (25 años) y Abel Bretones (24) emergieron como proyectiles. Hay que poner la mirada en Areso, con el Athletic en el horizonte, incluso el Atlético, en una campaña que ha consolidado sus cualidades ofensivas. Hay pocos laterales o carrileros con su capacidad para repetir esfuerzos y ofrecer profundidad por el costado derecho. Se trata del jugador de Osasuna que más conducciones progresivas ha protagonizado con 201 y una distancia media de 13,4 en cada una de las mismas. Areso corre y corre la banda, llega a la línea de fondo y destaca por su pie aseado en los centros.
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