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Este fue el mayor error de Sam en ‘El señor de los anillos’ según el propio Tolkien, y se omitió en las películas
Tolkien reveló en una de sus cartas cuál fue el mayor error de Sam en ‘El señor de los anillos’, que derivó en la tragedia de Gollum/Sméagol.

La trilogía ‘El señor de los anillos’ de Peter Jackson era una adaptación relativamente fidedigna de la obra de J. R. R. Tolkien, pero tuvo que tomarse ciertas licencias para condensar toda la trama en las tres películas. Uno de los mayores cambios entre los libros y las películas se produjo en ‘El retorno del rey’, cuando Sam decide atacar a Gollum cuando queda claro que quiere traicionar a los hobbits para hacerse con el Anillo. Aunque en la obra original parece haber un momento en el que Sméagol puede llegar a redimirse, en la película sus intenciones son puramente malvadas, lo que da un contexto distinto a las acciones y la interpretación de Sam de la situación. El propio Tolkien llegaría a llamarlo “el mayor error de Sam” en una de sus cartas.
El mayor error de Sam en ‘El señor de los anillos’ según Tolkien y la tragedia de Gollum y Sméagol
En la tercera película de ‘El señor de los anillos’, Sam y Frodo llegan a Henneth Annûn guiados por Gollum/Sméagol, en su ruta hacia Mordor y el Monte del Destino, y paran a dormir y descansar en el estanque vedado, Gollum/Sméagol discute consigo mismo, y concluye que debe matar a los hobbits para hacerse con el Anillo Único. En la película, Sam escucha la conversación y ataca a Gollum de forma preventiva ante la traición inminente. No obstante, Gollum manipula a Frodo, victimizándose, haciendo que se produzca una brecha en su confianza hacia Sam y a la vez haciendo que Gollum se reafirme en su propósito.

Mientras que en el largometraje de Peter Jackson el contexto de la escena queda bastante claro, en el libro había muchos matices que la cambiaban por completo. La escena equivalente sería cuando Gollum está observando fijamente a Frodo mientras duerme. En este momento, por su cabeza no pasa el pensamiento de matar a los hobbits, sino que, en su monólogo interno, parece haber una posibilidad de redención real, llegando a plantearse robar el Anillo para cargar él mismo con él hasta el Monte del Destino para destruirlo.
No obstante, Sam se despierta, y malinterpreta la situación por completo. Pensando que va a traicionarles, Sam golpea a Gollum y le insulta, haciendo que se pierda todo atisbo de bondad en la criatura Sméagol y permitiendo que Gollum tome el control total. Según reveló Tolkien en una de sus cartas, este fue el mayor error de Sam, y llegó a definirlo como “una tragedia”.

Concretamente, en la carta 246, Tolkien explicaba su razonamiento: “Sam no comprendía las motivaciones de Frodo durante el incidente del estanque vedado. Si hubiese entendido mejor qué tipo de relación había entre Frodo y Gollum, quizá las cosas habrían sido distintas. Para mí, el momento más trágico es cuando Sam fracasa a la hora de captar el cambio total del aspecto y actitud de Gollum. ‘Nada, nada’, dijo Gollum suavemente. ‘¡Muy bien, Amo!′. Su redención quedó truncada y la pena que sentía Frodo se echó a perder, en cierto modo. La traición de la guarida de Ella-Laraña ya era inevitable”.
Es decir, según el propio autor, el fracaso de Sam a la hora de malinterpretar las intenciones de Gollum cuando observaba tan de cerca a Frodo es lo que hace que se afiancen sus pensamientos malvados de traicionar a los hobbits y quedarse con el Anillo Único para sí mismo. Mientras que en la película no se ahonda en la posible redención de Gollum/Sméagol, en los libros es una posibilidad que se plantea en varios puntos de la aventura, pero que queda eliminada de la ecuación en cuanto Sam, pensando que defiende a Frodo, decide atacar a la criatura.

En definitiva, se trata de uno de los mayores cambios que tuvo que darse en las películas por motivos de ritmo narrativo, aunque simplifica el carácter de Gollum y la lucha interna por la que estaba pasando. Aunque las películas de Peter Jackson están basadas en la obra de Tolkien, modificaciones como esta ponen de manifiesto que, en última instancia, son dos formas muy diferentes de disfrutar de la historia.