Rory McIlroy se enfrenta a lo ‘imposible’ en el PGA Championship
El norirlandés aspira a enlazar los dos primeros grandes del año en Quail Hollow, un campo que domina, con los tambores del Grand Slam anual de fondo.


La victoria de Rory McIlroy en el Masters ha declarado de nuevo el estado de euforia en torno al norirlandés, que completó en Augusta el Grand Slam multianual del golf y desde este jueves (16:00, Movistar Golf) aspira en el PGA Championship a enlazar los dos primeros grandes del año, terreno poco explorado.
Solo dos golfistas, el Jordan Spieth de 2015 y el Tiger Woods prime de 2002, lo han conseguido en este siglo. En toda la historia desde que se creó el Masters, en 1934, y con ello pasaron a ser los cuatro torneos actuales los integrantes del círculo más selecto del golf, se ha logrado siete veces: además de los citados, Nicklaus en 1972, Palmer en 1960, Hogan en 1951 y 1953 y Craig Wood en 1941, cuando el British Open no se jugó por la Segunda Guerra Mundial y la disposición en el calendario, que ha variado múltiples veces, abría con el Masters seguido del US Open.
En lo que a la versión anual se refiere, únicamente Bobby Jones en 1930, cuando el cuarteto lo conformaban el British Open y el Amateur y el US Open y el Amateur, y cuando un golfista ganando ocho cifras al año era algo impensable, completó la gesta. Y luego está el Tiger Slam, cuando Woods fue capaz de ostentar en su poder los cuatro al mismo tiempo entre el US Open del 2000 y el Masters de 2001. Es lo máximo que se ha acercado nadie a completar semejante reto desde la proliferación del profesionalismo. Ni siquiera los inmensos avances en la tecnología y la técnica han conseguido descifrar un rompecabezas que en el tenis sí ha encontrado respuesta múltiples veces.
McIlroy, uno de los pocos jugadores que por capacidades puede permitirse el lujo de soñar con algo así, ha hecho sonar los tambores de nuevo. También porque tiene un registro impresionante en Quail Hollow, el campo de Charlotte (Carolina del Norte) que acoge esta edición, sede habitual de un torneo regular del circuito, el ahora Truist Championsip, que ha ganado en cuatro ocasiones (2010, 2015, 2021 y 2024). Él trata de templar el discurso asegurando que ya ha conseguido “todo” aquello con lo que soñó, que a partir de ahora lo que venga serán “extras”.
Su principal problema es que en Quail Hollow estarán también, por supuesto, el número uno del mundo, Scottie Scheffler, en su vuelta a la cita en la que protagonizó una bizarra detención el año pasado, que ganó recientemente el Byron Nelson empatando el mejor resultado respecto al par (-31) de la historia del PGA, y el otro golfista del momento, Bryson DeChambeau, que por momentos puso en jaque el Masters de Rory y fue segundo en Valhalla.
Ellos constituyen el estado mayor de la defensa antiMcIlroy, en la que parte con un rol más discreto, a priori, Jon Rahm, que lleva sin disputar realmente el triunfo en los majors más de un año, aunque sigue apilando top-10 en el LIV como si los dieran gratis. “Me siento bien. He jugado buen golf a lo largo del año, aunque quizá no tan bueno como me hubiera gustado. He cometido errores evitables. Pero he seguido sumando top-10 sin estar a mi mejor nivel, que creo que está muy bien. Veo mi juego absorber las mejoras que he hecho, así que soy optimista y estoy contento por estar en este campo, que es increíble”, contaba este martes el vizcaíno, que saldrá a las 14:00 de la España peninsular.
Dudas con Puig
La Armada incluye esta vez otros tres efectivos. Sergio García (19:58), en tendencia a la baja desde un Masters al que llegaba lanzado para acabar fallando el corte, ha sido 50º en la parada de la liga saudí en México y 42º en Corea. Rematan el cuarteto su discípulo en los Fireballs, David Puig (13:11), que jugará este grande por segunda vez de no frenarle unos problemas en la espalda que arrastra desde Corea y le han tenido durante días sin coger un palo, y su exdiscípulo, Eugenio Chacarra (15:17), que ahora se gana el pan lejos del LIV. Tras salir de allí de aquella manera, sacó la tarjeta del circuito europeo con su victoria a principios de año en India y es 15º en la Race to Dubai, opositando a una de las plazas para el PGA que reparte esa tabla cada año. Está fino y ha visitado el campo recientemente para prepararse. Puede ser un tapado.
No conviene perder de vista a ninguno de estos jóvenes talentos. Tan obligatorio como la atención que se le prestará a McIlroy, por la magnitud de la tarea que ahora, mal que le pese, se le ha asignado. Allá donde no llegaron ni Nicklaus ni Tiger. Lo ‘imposible’.
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