Así es Quail Hollow: un santuario del driver que se va a jugar muy largo

No es precisamente un campo histórico (de hecho a sus 66 años es joven en comparación con las grandes catedrales del golf) ni tampoco uno especialmente pintoresco, que deje un poso imborrable en la retina. Pero sí es un campo largo, muy largo, Quail Hollow, escenario del 107º PGA Championship que comienza este jueves. Un paraíso para pegadores.

Con sus 7.626 yardas (6.973 metros), uno de los más largos, de hecho, que se juegan en el PGA Tour, en el que regularmente ejerce como sede del ahora Truist Championship, anteriormente Wells Fargo, que este año se ha movido al Philadelphia Cricket Club para no sobrecargar este diseño privado de Charlotte (Carolina del Norte), que se fundó en 1959 y abrió sus puertas a los golfistas dos años después.

Ubicado en la periferia de un centro de poder financiero estadounidense, sede del Bank of America entre otras instituciones bancarias, fue diseñado por George Cobb, que ejerció de consultor para el Augusta National en su día y ejecutó el campo de pares 3 que ahora alberga una de las grandes tradiciones del Masters. También es el autor de East Lake, escenario de la final anual del PGA en Atlanta.

Quail Hollow ya albergó el PGA Championship de 2017, el primero ganado por Justin Thomas, y una Presidents Cup en 2022. Es un campo que da juego tanto en formato stroke play como match play por sus hoyos de riesgo-recompensa, como los pares 4 alcanzables desde el tee del 8 y el 14. Solo uno de los cuatro pares 3 baja de los 170 metros. El tramo más reconocible es la Green Mile, nombrado igual que el bloque de condenados a muerte de la prisión de Cold Mountain, en Louisiana, que inspiró la famosa película. Comprende el 16 (un par 4 eterno), el 17 (un par 3 intimidante protegido por agua a la izquierda) y el 18 (otro par 4 largo y tramposo).

Y todo apunta a que, al menos este jueves, se jugará más largo aún por as lluvias caídas en días previos, que han dejado las calles mojadas, poco propensas a grandes botes. “Se está jugando muy largo. Los greenes han aguantado con el sub air (un sistema de tuberías que los calienta desde debajo de la superficie). Los wedges se mantienen, pero los hierros largos botan mucho. Para el fin de semana creo que conseguirán tenerlos bien firmes”, contaba en X Michael Kim, uno de los participantes, tras una vuelta de reconocimiento.

La consigna pasa por poner en juego el driver. El escenario favorece a grandes pegadores que además manejen bien los hierros largos, un perfil en el que encaja como un guante Rory McIlroy, que tiene el récord del campo con un 61 y cuatro victorias. También a los españoles, que no van precisamente corto. Tanto Rahm como Sergio García, Puig y Chacarra tienen estadísticas de distancia considerables en sus respectivos circuitos. La van a necesitar para convertir Quail Hollow en el trazado que lleve la primera la Copa Wanamaker a las vitrinas del golf español.

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