“El COI nos debe unos Juegos”

Alejandro Blanco (Ourense, 74 años) será reelegido este miércoles presidente del Comité Olímpico Español. Afronta un sexto mandato, por lo que estará en el cargo hasta 2029. Es decir, 24 años... si es que decide no volver a presentarse, claro. Duerme poco (las coca-colas ayudan), lee bastante (ahora sobre Inteligencia Artificial), discute de fútbol (su vicio) y está en cualquier acto deportivo donde se le reclama de la federación que sea.

¿Recuerda el día en que entró por primera vez en este despacho? ¿Cómo era el COE?

Sí, perfectamente. El día después de mi elección, en septiembre del 2005. Con emoción. Yo tuve claro desde el primer día que el COE debía ser la casa de los deportistas y de las federaciones, porque no lo era. Creamos la Oficina de Atención al Deportista y empezamos a ayudar antes, durante y después, porque hay momentos malos. Aquí no se podían reunir las federaciones tampoco. Y no creo que haya otro Comité en el mundo que de tanta formación. El cambio ha sido apreciable, al margen de temas de refugiados, sostenibilidad...

Ha contado con el aval de 35 federaciones olímpicas y 23 no olímpicas. Casi la totalidad. En cinco reelecciones no ha tenido rival... ¿Cómo lo hace?

Tenemos una Asamblea de 112 donde hay presidentes de 60 federaciones, de las ejecutivas de las internacionales olímpicas, europeas, presidentes de no olímpicas, comisión de deportistas, 28 representantes de otros ámbitos... Y esto no es fácil. He tenido la gran suerte de que, desde el 2005, la vez que tuve menos apoyo fue del 93%. Ahora, sólo dos federaciones, por distintos motivos, no han podido aportarme el aval. ¿Qué les doy? Cariño y trabajo para posicionar al COE como uno de los comités punteros. Aquí vamos todos a una. Mi responsabilidad es que, con tanto apoyo, no puedes fallar. Esto es 24/7.

En teoría, después de Tokio 2020 no iba a seguir. ¿Por qué decidió continuar?

Había cubierto un ciclo. Pero surgió la opción de presentarnos a unos Juegos de Invierno (Barcelona-Pirineos, para 2030) y de acuerdo con el Comité Olímpico Internacional era imprescindible que yo coordinara esa bonita historia, que no salió.

¿Y por qué lo hace ahora?

Pues me pasó lo mismo. Creo que con cinco mandatos también había cumplido un ciclo, pero me fui reuniendo con muchos presidentes para conocer su opinión y el resultado son los avales. Uno no sólo depende de sí mismo. Mi responsabilidad era continuar.

¿Cuál es la meta para este mandato?

Hay dos cosas que deben quedar de legado. Una es el modelo del deporte. Ya tenemos un estudio preparado con opiniones de deportistas, clubes, federaciones, medios de comunicación, empresas, ayuntamientos y comunidades, gobierno... Y el modelo debe cambiar. Y lo segundo es la apertura en Madrid de la Universidad UCAM-COE que inauguraremos en septiembre. Ya estudian más de 500 deportistas con el acuerdo.

El CSD le encomendó un estudio para fijar un modelo de deporte para un par de décadas. ¿Cómo será?

Vamos a esperar a presentarlo... La relación con el CSD es de diez y, dentro de la lealtad, espero que recoja nuestras propuestas. Igual de veinte ideas la mitad son aceptables. Pero el mero hecho de hacer una reflexión, ya es un avance. Nuestro modelo tiene muchísimos años y la sociedad ha cambiado. Hay que fijarse en cómo se funciona en otros países. Dar un paso adelante.

¿Hace falta una Ley de Mecenazgo orientada exclusivamente al deporte?

Sería fundamental. Cada vez hay más competiciones a nivel internacional y con cupos más amplios. Y excepto los países con petrodólares, es muy difícil para un gobierno pagar eso. Es imposible atender al deporte sólo con dinero público. La solución es la mezcla de público y privado. Debemos generar un atractivo para que empresas y particulares puedan ayudar.

¿Vino decepcionado de París 2024? Desde todos los puestos de dirección, incluido el suyo, se anunció que se superaría el tope de 22 medallas de Barcelona 1992 y fueron 18.

¡Para nada! Sé lo que es el deporte. Cuando hablé de 22 no era por una ilusión. Estadísticamente era el mejor ciclo de la historia, mejor que el de Barcelona. Doblamos en número de medallas a los dos anteriores. Yo, pronosticando 22, era el menos optimista porque agencias internacionales nos daban hasta 34. Luego, la competición nos colocó. España llevó a 383 deportistas y hay que resaltar que el 56% volvió entre los ocho primeros. Si hacemos el análisis de las que se escaparon en el último minuto parece imposible.

Entonces se emplazó a un ‘análisis técnico’ con las federaciones a partir de septiembre. ¿Se ha concluido algo?

Desde Barcelona, nuestro gran éxito es la planificación. España lo hace bien a corto, medio y largo plazo. Las federaciones tienen que estar muy satisfechas. El día que saquemos 22, pediremos 26. Y este año siguen saliendo resultados. Hay que hacer un estudio, pero las cosas se han hecho bien.

¿Sigue pensando que sería mejor un modelo como el italiano, donde el CONI organiza el alto nivel y maneja el dinero?

Eso ocurre en muchos comités olímpicos, cada vez más. Los gobiernos tienen la responsabilidad de legislar y de ayudar con dinero público, pero mirando lo que hay fuera, la planificación debe estar en otro lado o pensarla de otra forma. En la política hay muchos cambios, no hay una línea clara. Es un modelo que siempre he defendido, aunque lo más importante con el gobierno es el diálogo y la lealtad. Pero tenemos que evolucionar. Hay que pensar de qué forma puede venir el dinero privado al deporte o cómo incentivamos la práctica. Hay 5.000 deportistas de alto nivel y cuatro millones de licencias, pero en España practican deporte 26 millones. El motor de la práctica son nuestros deportistas. Y el deporte puede hacer muchísimo en educación, salud, innovación, investigación, representación de España, puestos de trabajo, igualdad, integración... Hay que considerar el deporte como un todo.

¿Le preocupa la entrada de la Inteligencia Artificial en el deporte?

No, sólo nos va a ayudar. Habrá que adaptarse, simplemente. Va a hacer avanzar de una forma que ni imaginamos. Lo más importante va a ser abrir la mente. Vienen sorpresas.

¿Vamos a ver a los deportes electrónicos en el COE?

Creo que sí, y en un plazo corto.

La cantinela de Madrid y los Juegos sigue y sigue... ¿Pero está Madrid hablando con el COI?

En este momento no. Hubo un gran cambio en la forma de adjudicar las sedes (diálogo con el COI y no la ‘subasta’ entre candidatas), pero acaba de cambiar la presidencia del COI y no sabemos si seguirá con este sistema o volverá al antiguo. Lo que sí digo es que el COI nos debe unos Juegos, porque presentamos tres candidaturas extraordinarias. La de 2020 fue la mejor valorada. Perdimos la votación, pero luego nos dieron la razón. Ahora, 2028 (Los Ángeles) y 2032 (Brisbane) están adjudicados. Habrá que ver qué ocurre para el 2036 (Doha suena con fuerza). Pero Madrid no debe nunca abandonar su sueño.

¿Y los de Invierno quedan descartados?

No, lo mismo. España tampoco debe renunciar. Perdimos la gran oportunidad, porque en ese modelo del que estamos hablando, el COI nos había dicho que nos tocaba. Y fuimos corresponsables de que no llegaran.

¿Qué enseñanza sacó del fracaso de la candidatura de los Pirineos, con Aragón y Cataluña? ¿Salió quemado?

Los que tienen que mirarse al espejo son los que dijeron que no (Aragón no aceptó la distribución de sedes que planteó una comisión técnica). El Gobierno de España, el de Cataluña y el COE hicieron un trabajo excepcional, pero si alguien no quiere...

¿Qué le parece la elección de Kirsty Coventry al frente del COI? Juan Antonio Samaranch se quedó a las puertas.

Juan Antonio hizo una campaña sensacional y debe sentirse muy satisfecho. Coventry ganó en la primera votación y su currículum deportivo y gerencial, porque ha sido ministra en su país, está ahí. Todos estamos esperanzados en que continúe el gran trabajo de Bach.

España pasa de tener cuatro en el COI a dos (Juan Antonio Samaranch y Pau Gasol) tras la salida de Patxi Perurena y Marisol Casado... ¿Cuál puede ser el futuro de Gasol en el olimpismo?

¡El que él quiera! Es un fuera de serie. Pau será uno de los grandes referentes del movimiento olímpico en los próximos años.

Hay una presidenta en el COI, pero la participación de mujeres en puestos de dirección en España es ínfima...

Matizo: hay pocas presidentas, pero cada vez más mujeres ocupando secretarías generales, gerencias... En el COE hacemos cursos para empoderarlas, y el nivel es altísimo. Sólo hace falta que den el salto y decir ‘quiero ser presidenta de federación’. En un plazo corto, habrá muchas más.

¿Los organizadores privados amenazan el modelo internacional del deporte basado en las federaciones, que son las que cuidan de la base?

Las estructuras del deporte están cambiando, y las federaciones se están adaptando ante la llegada de agentes y competiciones que antes no existían. Incluso hay sentencias ya en las que no les dan la exclusividad. Las federaciones no van a desaparecer, pero hay que tener claro lo que demanda la sociedad y adaptar nuestras estructuras. Pero para montar grandes competiciones, si no hay quien trabaje con la base y el talento...

¿El Gobierno ha abierto una puerta peligrosa en la Ley del Deporte al permitir la participación de selecciones autonómicas, con condiciones, en competiciones internacionales?

Es un tema sensible, pero claro. En las federaciones internacionales cabe sólo una federación nacional por país. En España afecta a surf y pelota. A los primeros les han dicho que es imposible, y con los segundos se ha abierto una puerta (la Internacional de Pelota Vasca ha reconocido a Euskadi). No creo que sea bueno que haya dos federaciones representando a España. Aquí ha habido un acuerdo político que tiene todo el reconocimiento, pero la translación de eso a la realidad presenta problemas complejos. La Asamblea de la FIPV ha sido impugnada en el TAS y hay que esperar a que este decida. A partir de ahí habrá que buscar un consenso.

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