Todos arropan a Diomande
El vestuario se vuelca en apoyar al joven atacante que, ante el Sevilla, en el 90’+6’ falló una ocasión a puerta vacía que bien pudo haber dado el triunfo y un mordisco de salvación al Leganés.


Yan Diomande (18 años, Costa de Marfil) fue el protagonista negativo del partido que este domingo empató el Leganés contra el Sevilla (2-2) en el Sánchez Pizjuán. Paradojas del fútbol, este extremo canterano podría haber salido a hombros de sus compañeros, pero quiso la desgracia que la clara ocasión que tuvo en el 90+6’ para certificar el 2-3, acabara fuera de la meta hispalense. El chaval remató solo, sin portero y sin apenas oposición y con dos compañeros a la derecha desmarcados también para poder marcar a puerta vacía. Pero falló.
LA QUE TUVO EL @CDLeganes PARA LLEVARSE EL PARTIDO 😱😱😱#LALIGAenDAZN ⚽ pic.twitter.com/XCuuhp5rOb
— DAZN España (@DAZN_ES) May 4, 2025
Seguramente le pudo la ansiedad y la celeridad de una decisión en la que los años pesaron más que la cabeza. Pecados de juventud que costaron un potencial gol con el premio de una potencial victoria que, quien sabe, podría haber significado una potencial salvación. Pero el fútbol, responde el vestuario pepinero, es así. Y así, con la normalidad de saber que este deporte es tan grande por actos como éstos y sus contrarios más gloriosos, la expedición blanquiazul regó de cariño al chico, comenzando por su entrenador.
Respaldo… y el lío del tren
Acabado el duelo, Borja Jiménez quiso respaldar a Diomande por esa ocasión fallada que, en el banquillo contrario, dejó a Caparrós “cagado” (literal). “Es un chico muy joven que acaba de llegar a esto. Ahora hay que darle cariño. Estaba destrozado. Podría haber elegido mejor, eso es casi seguro. Y tres puntos para nosotros eran importantes para nosotros (…) Lo he visto ganado cuando he visto que Diomande encaraba solo la portería. Ahí he pensado que ganaba”, comentó el técnico tratando de arropar al suyo, pero dejando traslucir el lamento por una ocasión que habría sido (de acabar en gol) una redención a las puertas del infierno. Pero la bola no entró.

Aun así, el equipo y sus compañeros se dedicaron durante el trayecto de vuelta hasta la estación de Santa Justa de arroparlo, con mimos y cariños que se hicieron extensibles a otros de la expedición pepinera y que acabaron eclipsados por el incidente ferroviario que truncó la vuelta blanquiazul. El Leganés llegó a Madrid con casi diez horas de retraso y, en medio de esa situación de emergencia, el fastidio por la ocasión marrada pasó a un segundo plano para que fuera la frustración por el viaje truncado lo que mandara en la expedición pepinera.
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