Espanyol

Los 382 minutos más felices del Espanyol

Se quebró en Mestalla una larga imbatibilidad, no así la racha de cinco jornadas sin perder para acariciar la permanencia, con 39 puntos. Quedan seis partidos para disfrutar.

Los 382 minutos más felices del Espanyol
Manuel Bruque
Iván Molero
Llegó al Diario AS como estudiante en prácticas en 2002, y desde que se licenció en Periodismo por Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, se ha especializado en la información del Espanyol, sobre el que también ha co-escrito libros, todo ello atendiendo al seguimiento de otros equipos, deportes y eventos desde la delegación de Barcelona.
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Subrayaba Manolo González el pasado viernes, tras derrotar al Getafe en el RCDE Stadium, que “el equipo cada vez está mejor y cada vez disfruta más”. Y apostillaba: “Ya era hora, que siempre son penurias”. Dos frases que resumen a este Espanyol que, tras su exigido empate de este martes ante el Valencia (1-1), acaricia la permanencia con las yemas de los dedos, al estilo de Joan García deleitando en Mestalla con su paradón de cada jornada.

“Nos sabe bien, es un buen punto para seguir sumando, sobre todo después de tres victorias”, reconocía a cara descubierta Javi Puado, en Movistar+, cuando tan solo habían transcurrido unos segundos del pitido final, y a pesar de haber sido el autor del gol que momentáneamente daba la victoria al Espanyol. Razón no le falta, puesto que el empate permite a los pericos enlazar cinco jornadas sin perder, desde aquella derrota altamente polémica en Mallorca. O lo que es lo mismo, sumar 11 de los últimos 15 puntos. Y lo más importante: alcanzar los 39 a falta de cinco jornadas para la mayoría de equipos, pero seis aún para un conjunto blanquiazul que se pondrá al día el domingo ante el Villareal.

Desde el golazo de César Azpilicueta para el Atlético de Madrid del pasado 29 de marzo en el RCDE Stadium, que obtuvo la respuesta precisamente de Puado en un penalti (1-1), el espanyolismo ha vivido sus 382 minutos más felices, los que ha tardado un inmenso Joan García en recibir su siguiente diana en contra, la de Javi Guerra para el Valencia. En medio, una racha de tres triunfos consecutivos con siete goles anotados y ninguno recibido. Con dos victorias a domicilio, ante el Rayo Vallecano (0-4) y el Celta de Vigo (0-2), y una en casa, frente al Getafe (1-0).

¿Qué le queda ahora al Espanyol? Pues, como dijo Manolo, disfrutar. Olvidar ni que sea por un tiempo esas sempiternas penurias. “Si el día contra el Valencia de la primera vuelta me dices que voy a tener estos puntos, antes espero que me saldrá pelo. No me lo hubiera creído”, reconocía el entrenador este martes en Mestalla, con el contrapeso de que van a tratar de sumar “el máximo de puntos posibles, no por ningún objetivo sino porque mejor quedar novenos que décimos”.

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Porque este Espanyol de los 23 puntos en sus 13 partidos de la segunda vuelta, siete más de los que sumó en toda la primera mitad de la Liga, despierta una sonrisa. Es defensivamente sólido, por mucho que siempre habrá accidentes como el desajuste que propició el 1-1 valencianista. Y se muestra capaz de llevar la iniciativa, no le quema el balón. Transmite alegría. Que sea duradera.

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