“Nos echan del Bernabéu”
Los 87 puestos de venta ambulante en los alrededores del estadio, en peligro. La Junta Municipal quiere desplazarlos cientos de metros: “Irnos tan lejos es la ruina”.

El madridismo presente hoy en el Santiago Bernabéu no sólo dirá adiós a tres históricos como Ancelotti, Modric y Lucas Vázquez. Puede que tenga que despedirse, también, de otra estampa muy típica: las de los tradicionales puestos de venta ambulante de merchandising y snacks que llevan más de medio siglo surtiendo con sus productos a los aficionados que acuden al coliseo blanco. El plan de la Junta Municipal de Chamartín con la concejala Yolanda Estrada al frente es desplazar los 87 puestos que envuelven los exteriores del Bernabéu y mandarlos lejos del mismo. De las tradicionales calles de Concha Espina y Rafael Salgado, más la explanada de La Castellana y parte de Sagrados de Corazones, al tramo desde la Plaza de Lima hasta Nuevos Ministerios, a casi quinientos metros de distancia. Todo, antes de que empiece la próxima temporada y de que se renueven automáticamente sus licencias por 15 años más.
“Nos echan”, resume Marta García, una de las delegadas del colectivo de comerciantes ambulantes que trabaja desde hace décadas junto al estadio. 19 puestos han sido reubicados forzosamente ya y el resto sospecha que les espera el mismo destino. El pasado miércoles volvieron a reunirse con la concejala Yolanda Estrada, sin éxito, sin soluciones.

Un colectivo que cumple con las normativas a rajatabla (“Toda nuestra actividad es legal y contamos con las licencias pertinentes”, insisten) y que año a año, temporada a temporada, ha establecido una simbiosis con el templo madridista. “La mayoría somos puestos que han pasado de padres a hijos y a nietos”, explica Conchi Martín, una de las afectadas. “El primero fue mi padre, hace casi sesenta años, llegó al estadio en metro, con una maleta en la que llevaba para vender pañuelos de estilo chulapo en los que había pintado a mano y hasta con purpurina el escudo del Real Madrid”.
Ni siquiera las largas obras del nuevo estadio les impidieron montar sus puestos con las bufandas de moda y las pirámides de pipas y chucherías. Sólo la pandemia, el inicio de lo que sufren ahora. “Ahí comenzaron los problemas”, dice Marta. “Nos hacían mover el puesto un metro por una baldosa mal puesta...”. En estos momentos, la razón que esgrime la Junta Municipal para esta reubicación masiva es por cuestiones “de seguridad”. “Es absurdo, tenemos informes de Protección Civil y de Policía Municipal favorables a nuestra ubicación actual”, incide Conchi.
Trabajar... con pérdidas
Las nuevas ubicaciones hacen la supervivencia inviable. “A mí me han mandado a casi quinientos metros, ahí es imposible seguir trabajando”, explica Conchi, que ha desistido por ahora de montar su puesto. “No podría ni cubrir costes, la ruina”. El negocio del colectivo se basa es la cercanía. “Vivimos de la compra impulsiva justo antes de entrar al estadio, nadie va a irse 10 minutos andando a buscar una bufanda o una botella de agua...”, razonan.
Hoy podría ser el último partido para muchos de ellos, pero no arrojan la toalla. Se han puesto en manos del mismo bufete de abogados que representó a los vecinos que tumbaron el plan del Ayuntamiento y del Real Madrid con el párking. “Mantenemos la esperanza”, aseguran. “Aún hay partido”.
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