Va al taller a reparar un botón de su Bugatti, le piden 11.000 euros y termina arreglándolo por lo que vale una cerveza
En Reino Unido, la mecánica oficial de la firma sa le ofreció esta exorbitada cifra. Un taller local solucionó el problema por poco más de un euro.

La exclusividad a veces tiene límites. Y sino que se lo digan a Carl Hartley, hijo de un reconocido vendedor de coches de lujo en Reino Unido que tuvo una experiencia que roza la absurdez. de un pomposo Bugatti Veyron desde hace cuatro años tuvo una avería, a priori, insignificante: el botón que controla los retrovisores dejó de funcionar.
Acostumbrado a acudir a los servicios de mantenimiento oficiales, como suele ocurrir con estos vehículos de alta gama, pidió presupuesto al concesionario de la firma con sede sa que tenía más cerca, y se llevó una sorpresa. La solución a su avería se cifraba en 11.000 euros. Concretamente, había que cambiar el motor del espejo y prácticamente la puerta del retrovisor defectuoso.
Una comparación irrisoria
Hartley, evidentemente, se indignó, y decidió llevar su Veyron a un mecánico especializado en recambios de Fórmula 1. Allí, según informa Motor 16, le arreglaron el botón en 25 minutos, ¡y por 1,16 euros! El apaño fue simple: cambiar la pieza errante por una nueva, idéntica al de una Volkswagen Transporter, una de las míticas furgonetas de la marca alemana. Menos de dos euros frente a 11.000 que pedía Bugatti.
Y es que en realidad, este caso no es el único que demuestra la descomunal diferencia de precio entre talleres. Según el medio citado anteriormente, otro propietario de un lujoso vehículo, esta vez un Bugatti Cheron, cuenta que los mantenimientos anuales de su superdeportivo le acarrea un gasto medio de 11.000 euros. Y los precios oficiales no lo desmienten: una llave de arranque nueva cuesta alrededor del 13.000 euros, las luces traseras alcanzan casi los 50.000, y cada rueda oscila los 9.000 euros. Cambiar el motor puede costar una hipoteca.
¿Estrategia comercial o exceso de exclusividad?
Con estas comparaciones surge este debate. Pero sea el que fuere, la realidad es que el panorama técnico de estos supercoches es complejo. Marcas como Lamborghini o la propia Bugatti utilizan tecnologías sofisticadas y sistemas propietarios que en general no comparten. Por tanto, en mecánicos convencionales puede que no tengan ni las piezas exactas de recambio ni los conocimientos para reparar los desperdicios.
Por otro lado, los fabricantes de vehículos de alta gama suelen requerir que el mantenimiento y las reparaciones se realicen en establecimientos oficiales para conservar la garantía del vehículo. Esto asegura que se utilicen piezas originales y que las intervenciones queden registradas en el sistema de la firma. Además, estas mismas piezas habitúan a estar homologadas únicamente por los fabricantes.
Así que todo esto hace que, a veces, una reparación sencilla se convierta en una gestión compleja, y sobre todo cara. Pero que muy cara.
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