Sociedad

Quién fue Joan Kroc, la mujer del fundador de McDonald’s que donó más de 2.600 millones de euros y fue apodada ‘Santa Juana de los Arcos Dorados’

Viuda del magnate Ray Kroc, dedicó miles de millones de dólares a causas sociales, desde la paz mundial hasta la salud pública, dejando una huella indeleble en la filantropía estadounidense.

Quién fue Joan Kroc, la mujer del fundador de McDonald’s que donó más de 2.600 millones de euros y fue apodada ‘Santa Juana de los Arcos Dorados’
Bill Cramer
Actualizado a

Pese a haber heredado una de las mayores fortunas de Estados Unidos, Joan B. Kroc decidió dedicar su vida no a incrementarla, sino a repartirla. Viuda de Ray Kroc, el empresario que transformó una pequeña hamburguesería en San Bernardino en la multinacional McDonald’s, se convirtió en una de las figuras más destacadas de la filantropía en el siglo XX, a menudo apodada —no sin ironía, pero con respeto— “Santa Juana de los Arcos Dorados”.

Su historia se entrelaza con la del ascenso del imperio de la comida rápida, allá por la década de los 50. Ray Kroc, entonces un vendedor de batidoras, conoció a Joan, de apellido Smith, en un restaurante donde ella tocaba el piano. Ambos ya estaban casados, pero no dejaron pasar el amor. Sin embargo, tras un intento fallido de fugarse a Las Vegas, ella discrepó y volvió a su matrimonio inicial.

Ray, más adelante, se divorció de su primera esposa, con quien había compartido parte de su vida durante casi 40 años. Después, se volvió a casar para cinco años más tarde volver a divorciarse. Todo con un pretexto claro: pedirle la mano a la mujer que no había desaparecido de su mente, Joan. En 1968, lo consiguió y ambos se enlazaron en el rancho californiano que él había bautizado con las iniciales de su anterior esposa.

Un inicio de película para un matrimonio turbulento

No todo fueron alegrías. En 1971, ella solicitó el divorcio alegando maltrato físico y psicológico, aunque la pareja se reconcilió un año después. Mientras Ray continuaba dirigiendo su negocio con mano férrea —exigiendo estándares estrictos y mostrando posturas políticas ultraconservadoras—, Joan comenzaba a desarrollar un perfil propio, más humanitario y progresista.

Tras la muerte del empresario en 1984, ella heredó una fortuna de aproximadamente 500 millones de dólares, que con el tiempo ascendió a más de 3.000 millones (unos 2.670 millones de euros). A partir de entonces, canalizó sus recursos hacia causas sociales, con un enfoque audaz y personal.

Entre sus iniciativas más emblemáticas se encuentra Operación Cork, una campaña nacional de sensibilización sobre el alcoholismo y su impacto en las familias. Joan también financió proyectos pioneros en ámbitos como el desarme nuclear, la investigación del VIH/sida y la justicia social. En 1985 donó 6 millones de dólares a la Universidad de Notre Dame para la creación de un centro interdisciplinario sobre paz y conflicto. Posteriormente, esa cifra aumentaría a 69 millones, consolidando el Instituto Joan B. Kroc para Estudios Internacionales de la Paz.

Desde el foco del anonimato

A lo largo de las décadas, Joan Kroc mantuvo un estilo filantrópico inusual. Gran parte de sus donaciones fueron anónimas. En 1997, por ejemplo y según la BBC, se conoció que había transferido 15 millones de dólares a víctimas de inundaciones en Dakota del Norte y Minnesota, solo después de que un periodista descubriera su identidad. Ella había solicitado expresamente no ser reconocida.

Pese a su perfil reservado, sus aportes fueron significativos: 220 millones de dólares a NPR, la mayor donación recibida por la radio pública estadounidense, y 1.800 millones al Ejército de Salvación, destinados a la construcción de centros recreativos en comunidades vulnerables. Esta última transferencia fue tan cuantiosa que no pudo procesarse inicialmente por exceder los límites bancarios estándar.

Joan Kroc no llevó una vida austera. Viajaba en jet privado, compraba arte, y era conocida por su afición a las apuestas en Las Vegas. Sin embargo, en materia de beneficencia, actuaba con una combinación de estrategia, empatía e impulso. Apoyó desde producciones teatrales hasta clínicas móviles de atención médica para niños. Rechazó hacer públicas muchas de sus acciones y nunca escribió memorias. La mayor parte de lo que se sabe de su vida proviene de la biografía “Ray & Joan” de Lisa Napoli.

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Cuando falleció en 2003, a los 75 años por un tumor cerebral, el New York Times apenas le dedicó cinco párrafos en su obituario. Sin embargo, su legado sigue vigente en hospitales, escuelas, institutos de paz y emisoras de radio pública a lo largo de Estados Unidos. Joan Kroc no buscaba ser recordada como magnate ni mecenas, sino como alguien que se preocupó profundamente por los problemas humanos. Su vida es prueba de que una gran fortuna puede convertirse, con convicción y propósito, en una fuerza transformadora para el bien común.

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